¡Bomba económica! ¿Por qué Estados Unidos compra como loco y el mundo se lo permite?



Estados Unidos está comprando más de lo que vende al resto del planeta, y esa diferencia, que llamamos déficit comercial, no ha hecho más que crecer en los últimos años. Imagínate que en 2024, las compras de bienes y servicios de los estadounidenses al exterior superaron sus ventas en la friolera de 918.000 millones de dólares, ¡un 17% más que el año anterior!


Pero aquí viene lo curioso: a pesar de este desbalance, la economía número uno del mundo ha crecido más rápido que Europa, ha atraído un montón de dinero de otros países y su moneda, el dólar, sigue siendo la reina a nivel mundial.


Hace poco, el expresidente Trump le echó más leña al fuego al asunto del déficit comercial, imponiendo impuestos a casi todas las importaciones. Esto asustó a muchos, que temieron una posible crisis económica y provocó que los mercados de todo el mundo se pusieran nerviosos.


Trump decía que el déficit era culpa de otros países que jugaban sucio y "saqueaban" a Estados Unidos, asegurando que arreglar este problema haría que la producción y el empleo en su país volvieran a crecer.


Sin embargo, varios expertos en economía consultados por BBC Mundo tienen una visión diferente. Para ellos, este déficit comercial no es una señal de debilidad, sino más bien una consecuencia de la posición tan importante que tiene Estados Unidos en el sistema financiero mundial.


Vamos a ver por qué, aunque compren mucho más de lo que venden, los estadounidenses se han beneficiado hasta ahora del comercio con otros países.


El dólar manda: Una de las claves es el papel del dólar en la economía global. En 2024, casi el 60% de las reservas de dinero de todos los países estaban en dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde hace décadas, es la moneda más usada para comprar y vender cosas entre países y la favorita de los bancos centrales, los gobiernos y los grandes inversores para guardar su dinero.


Gracias a que todo el mundo quiere dólares, Estados Unidos puede pedir prestado dinero a tasas relativamente bajas y así financiar ese déficit comercial.


Según el economista español Juan Ramón Rallo, para que otros países consigan dólares y aumenten sus reservas de dinero internacional, necesitan que Estados Unidos tenga este déficit comercial. Es decir, el resto del mundo necesita venderle cosas a EE.UU. para obtener dólares, lo que genera un flujo constante de productos hacia allí y un déficit continuo.


Rallo lo explica así: "El resto del mundo está deseando vender sus mercancías a Estados Unidos para conseguir dólares. Esto no va a cambiar mientras siga siendo moneda de reserva internacional".


Mientras el dólar siga siendo tan importante, Estados Unidos podría seguir con este déficit sin mayores problemas. De hecho, Rallo señala que tener una balanza comercial negativa "no es algo necesariamente malo; significa que el resto del mundo está financiando al país que tiene el déficit exterior, en este caso, Estados Unidos".


Lo importante, según él, es cómo se usa ese dinero: si las empresas lo utilizan para mejorar su producción o hacer inversiones importantes, entonces Estados Unidos se está beneficiando mucho al recibir financiación a bajo costo para invertir en cosas que dan buenas ganancias.


Intercambio curioso: bienes por inversiones: Pero el déficit comercial de Estados Unidos no solo se debe a la compra y venta de productos y servicios. También tiene que ver con lo atractivo que es su economía para los inversores de otros países.


La profesora de economía Emily Blanchard explica que "los inversores extranjeros no solo compran bienes y servicios, sino también activos financieros, y eso es clave para entender por qué el país mantiene un déficit comercial: exporta menos bienes, pero más activos financieros".


Mientras Estados Unidos compra productos, vende a cambio cosas como bonos del gobierno, acciones o propiedades, que son muy apetecidas por gobiernos, bancos y empresas de todo el mundo.


Aunque esto no se cuenta en la balanza comercial, este flujo constante de dinero hacia Estados Unidos ayuda a mantener ese déficit. Blanchard lo pone de esta manera: "Si el resto del mundo compra más activos estadounidenses que Estados Unidos activos extranjeros, eso significa que EE.UU. es un prestatario neto del resto del mundo".


En otras palabras, el país paga sus compras vendiendo "pedacitos" de su economía a inversores extranjeros.


Esto, aunque a veces se vea como algo negativo, es una consecuencia natural de la posición de Estados Unidos en el sistema financiero internacional. Como dice Blanchard, "las importaciones y exportaciones -la deficitaria balanza comercial- suelen ser el carro, no el caballo. El caballo son los mercados globales de activos".


El déficit comercial, explica la economista, no solo muestra la diferencia entre lo que se compra y se vende; también refleja la confianza que tiene el mundo en los activos estadounidenses y la disposición de otros países a financiar el consumo, la inversión y el crecimiento económico en Estados Unidos.


La inversión directa de otros países en Estados Unidos alcanzó los 5,39 billones de dólares en 2023, un 4% más que el año anterior, según datos oficiales. Gran parte de este dinero se va a sectores importantes como la tecnología, las finanzas y el sector inmobiliario. Además, países como Japón, China y Reino Unido siguen comprando deuda del gobierno estadounidense.


Esta entrada de dinero extranjero, impulsada por el déficit comercial, ayuda a financiar desde el gasto público hasta la expansión de las empresas y el consumo de la gente.


Blanchard señala que "la inversión extranjera permite que las empresas y los ciudadanos pidan préstamos a un coste menor, lo cual respalda las inversiones de capital que construyen la economía del futuro y alivia la carga financiera sobre los hogares".


Beneficios para todos: Según los expertos, uno de los resultados más claros del déficit comercial de Estados Unidos es que los consumidores tienen acceso a productos más baratos y variados. Al comprar muchos productos fabricados en países donde la producción es más económica, los hogares estadounidenses pueden adquirir alimentos, ropa, electrodomésticos o tecnología a precios mucho más bajos de lo que costarían si se produjeran en su propio país.


Blanchard lo ejemplifica así: "Puedes comprar una camiseta hecha en EE.UU. o una hecha fuera del país como Vietnam, Líbano u Honduras".


Además, destaca la mayor variedad de opciones: "No solo conseguimos versiones más baratas de los mismos productos sino que también tenemos más variedad. Si solo pudiera comprar vegetales cultivados aquí en New Hampshire en esta época del año, comería papas y repollo todos los días. Afortunadamente puedo comprar aguacates y mangos de México".


Aparte de hacer más baratos y diversos los productos finales, las importaciones también permiten que las empresas consigan materiales y componentes esenciales para su producción.


"La mayoría de nuestras importaciones no son bienes finales: gran parte corresponde a insumos intermedios. Al adquirir componentes más baratos del extranjero, nuestras empresas -especialmente las manufactureras- pueden ser más competitivas no solo para vender dentro de Estados Unidos sino también al resto del mundo", explica la académica.


Así, la posibilidad de elegir productos más baratos hechos en otros países no solo beneficia directamente al consumidor, sino que también tiene un efecto positivo en la economía en general.


Blanchard resume que las importaciones, lejos de ser una señal de debilidad, han ayudado a controlar la inflación, a dar más opciones a los consumidores y a reducir los costos de producción para miles de empresas estadounidenses.


"El comercio es el ejemplo perfecto de un juego en el que todos ganan, pero ahora algunos lo están presentando como si fuera de suma cero", sentencia.


Especialización inteligente: Al importar productos de bajo costo, desde camisetas hasta frutas y electrónicos, Estados Unidos no solo baja los precios para los consumidores; también libera recursos internos como mano de obra, dinero, tiempo o tecnología, que puede usar en sectores más rentables e importantes.


La especialización es una de las bases del comercio internacional: cada país se dedica a producir aquello en lo que es mejor.


"Esto significa que los trabajadores, el capital, la tierra y la maquinaria que se habrían dedicado a confeccionar camisetas pueden utilizarse para fabricar otra cosa en Estados Unidos", explica Emily Blanchard.


Así, la industria manufacturera estadounidense "se dedica a crear productos más avanzados, de mayor valor, y prácticamente ninguna camiseta".


La especialización de Estados Unidos se ha enfocado en sectores que requieren mucho conocimiento y tecnología: la industria aeroespacial, los servicios financieros, la salud, la investigación y el desarrollo, y sobre todo, las tecnologías de la información.


Muchas de las empresas más valiosas del mundo, como Apple, Microsoft, Google, Amazon o NVIDIA, tienen su sede en EE.UU. y se han beneficiado hasta ahora de tener una economía flexible, abierta y muy conectada con los mercados globales.


"Podemos centrarnos en fabricar cosas realmente geniales, muchas veces con beneficios realmente altos. Silicon Valley está aquí mismo, en Estados Unidos", señala Blanchard.


De hecho, el sector tecnológico fue el que más sufrió la caída de los valores de Wall Street después del anuncio de los aranceles de Trump.


El resultado de especializarse en productos de alto valor añadido no es solo económico, sino también laboral: aunque se han perdido empleos en sectores tradicionales, se han creado otros, generalmente mejor pagados y con más futuro.


Sin embargo, este cambio no ha sido igual en todo el país y ha generado desigualdades entre regiones y grupos sociales, lo que ha contribuido, según los expertos, a que las ideas de proteger la producción nacional ganen popularidad en áreas y sectores más afectados por la competencia extranjera y la pérdida de empleos industriales.


En conclusión: El déficit comercial de Estados Unidos, aunque parezca un problema a simple vista, esconde una realidad más compleja. Impulsado por el papel dominante del dólar y la confianza global en su economía, permite al país acceder a financiación barata, ofrecer productos más económicos a sus ciudadanos y enfocar sus recursos en industrias de alto valor añadido. Si bien existen desafíos y desigualdades, el déficit comercial es, en gran medida, una consecuencia de la posición privilegiada de Estados Unidos en la economía mundial.

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