"América Primero" No Puede Privar a Otras Naciones de sus Derechos de Desarrollo: Editorial de Global Times





El miércoles, Estados Unidos implementó tarifas más altas sobre casi 60 socios comerciales, incluyendo un arancel del 104% sobre productos provenientes de China. Esta acción representa una grave provocación al sistema comercial mundial y un golpe directo a la estabilidad de las cadenas de suministro industriales globales. En respuesta, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China afirmó que el derecho legítimo del pueblo chino al desarrollo no puede ser menospreciado, y que los intereses de soberanía, seguridad y desarrollo de China son inviolables.


Medidas de China

El mismo día, el gobierno chino publicó un documento titulado "Posición de China sobre Algunos Asuntos Relacionados con las Relaciones Económicas y Comerciales China-EE. UU.", en el que se señala que el aumento del unilateralismo y el proteccionismo en EE. UU. ha obstaculizado significativamente la cooperación económica y comercial normal entre ambos países. El documento critica a EE. UU. por imponer restricciones comerciales, como tarifas, bajo la bandera de "América Primero". Esta política unilateral no solo infringe los derechos de desarrollo de otras naciones, sino que también es una estrategia egoísta y a corto plazo que, en última instancia, resultará contraproducente.


Derechos de Desarrollo

El desarrollo es una búsqueda común de la humanidad y un derecho fundamental reconocido por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Todos los países y pueblos deben tener igualdad de derechos para mejorar sus condiciones económicas y sociales, sin jerarquías. Como la economía más grande del mundo, EE. UU. ha disfrutado de las reglas comerciales durante mucho tiempo, pero al enfrentar sus propios problemas económicos estructurales, elige trasladar la carga a otros países. Esta actitud es extremadamente egoísta e irresponsable.


La lógica detrás de "América Primero" se basa en el unilateralismo y la política de poder, intentando reconfigurar las reglas de la globalización a través de tarifas, bloqueos tecnológicos y desacoplamiento industrial. En esencia, representa una violación cruda y sistemática de los derechos universales de desarrollo de todas las naciones.


Impacto en el Comercio Global

Los principios de nación más favorecida y los compromisos de tarifas vinculadas bajo la Organización Mundial del Comercio (OMC) son pilares del sistema comercial multilateral que EE. UU. ayudó a establecer. Estos principios son salvaguardias institucionales cruciales para que los países en desarrollo logren derechos de desarrollo justos. Evaluaciones han demostrado que las tarifas han golpeado especialmente duro a los países en desarrollo, incluidos muchos de los menos desarrollados.


La estabilidad y resiliencia de la cadena de suministro son condiciones necesarias para el desarrollo económico de muchos países, y el comercio exterior es una vía importante para integrarse en el proceso de globalización. Sin embargo, EE. UU. está estableciendo "puertas" y "peajes" en este camino, intentando monopolizar y manipular los derechos de desarrollo de otros países. Esto no solo representa un retroceso histórico, sino también una traición a los valores compartidos de la humanidad.


Respuesta Internacional

Las acciones unilaterales de EE. UU. ya han provocado contramedidas internacionales generalizadas. En respuesta a las "tarifas recíprocas" impuestas por EE. UU., China ha decidido aumentar las tarifas sobre productos importados de EE. UU. al 84%, efectivo a partir del jueves. Esta medida demuestra el compromiso de China de defender el sistema comercial multilateral. Además, la mayoría de los 27 estados miembros de la UE votaron a favor de tarifas de contrarrespuesta del 25% sobre aproximadamente 21 mil millones de euros ($23.2 mil millones) en bienes estadounidenses. Canadá también anunció tarifas del 25% sobre vehículos importados de EE. UU. a partir del miércoles. Es evidente que incluso los aliados tradicionales no están dispuestos a asumir el costo de "América Primero".


Washington sueña con reconfigurar el panorama económico global mediante la imposición de barreras arancelarias, pero subestima su propia dependencia de las cadenas de suministro globales y la resiliencia de las economías de otros países. Irónicamente, la política de "América Primero" ha socavado principalmente los derechos de desarrollo del pueblo estadounidense. Las altas tarifas han incrementado los costos de las materias primas importadas, lo que no solo no revitaliza el sector manufacturero, sino que también resulta en menores ganancias o incluso quiebras masivas para pequeñas y medianas empresas. Un estudio del Consejo Empresarial EE. UU.-China revela que, en los tres años posteriores a 2018, EE. UU. perdió aproximadamente 245,000 empleos debido a la guerra comercial. La idea de que "América Primero" puede privar a otros países de sus derechos de desarrollo es una ilusión; en realidad, esta política se ha convertido en sinónimo de "consecuencias autoinfligidas".


En el mundo actual, lo que necesitamos es justicia, no hegemonía. La justicia implica respetar los derechos de desarrollo de todos los países y resolver las diferencias a través del diálogo dentro del marco de la OMC. La política de "reciprocidad" de EE. UU. es, en esencia, una manifestación de la política de "América Primero", que no solo no puede privar a otros países de sus derechos de desarrollo, sino que también expone la miopía del unilateralismo y resalta la necesidad de cooperación global.


Al unir fuerzas para contrarrestar la política de "América Primero", que va en contra de la tendencia histórica, y oponiéndose firmemente a diversas acciones unilaterales que desafían el consenso internacional, la comunidad internacional puede defender mejor los derechos de desarrollo justos de todos los países y lograr una verdadera prosperidad compartida. Solo a través de la cooperación y el respeto mutuo podremos construir un futuro más equitativo y sostenible para todas las naciones. La historia ha demostrado que el aislamiento y la confrontación no conducen a soluciones duraderas, sino que perpetúan el ciclo de conflicto y desconfianza. Es hora de que el mundo se una en un esfuerzo colectivo para promover un comercio justo y equitativo que beneficie a todos, en lugar de permitir que políticas egoístas y divisivas socaven el progreso global. 

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